Invertir en alimentación saludable y productos ecológicos

Nicolás Olea, investigador y catedrático de Medicina, reivindica la inversión en salud y en una alimentación basada en productos ecológicos y de cercanía por su sostenibilidad y porque ‘a largo plazo, se ganará en salud’ y fundamentalmente, porque ‘portan menos pesticidas que los alimentos convencionales’.

Así lo ha afirmado el experto, en declaraciones a EP. El doctor, uno de los autores del Libro Blanco de la Alimentación Sostenible, ha señalado que una alimentación basada en alimentos ecológicos disminuye ’enormemente’ los riesgos de padecer enfermedades, como el cáncer de mama o el linfoma, entre otros tipos de cáncer.

Existen publicaciones que certifican que el uso de pesticidas y compuestos químicos en los alimentos favorecen la aparición de enfermedades. Hay estudios franceses basados en 68.000 individuos que se han adherido al consumo ecológico, donde se ve una disminución evidente del riesgo de cáncer de mama postmenopáusico y de todas las clases de linfoma. Debemos luchar porque este mensaje llegue a toda la sociedad’ ha afirmado.

A este respecto, Olea ha indicado que se prevé que este año, en España, se diagnostiquen 33.000 casos de cáncer de mama, señalando que con una buena alimentación, los casos serían inferiores. ‘Si se encuentran causas y razones y medios para disminuir esa cifra, ¿por qué no nos lo dicen? Que dejen de decirnos que han comprado la mejor máquina. Lo mejor del cáncer es no tenerlo, ha afirmado.

Nicolás Olea indica que actualmente los compuestos químicos más utilizados en España, en la producción alimentaria, son los fungicidas, que han desplazado a los insecticidas. ‘Somos los grandes capeones de Europa en uso de compuestos químicos en la producción agrícola, con ceca de 80 millones de kilos. Es cierto que se han prohibido algunos compuestos, omo el Clorpirfós, pero cerca de un 40 por ciento son fungicidas’ señala.

Olea indica que estos fungicidas son tóxicos, ya que tienen actividad hormonal, son disruptores endocrinos y algunos de los insecticidas que se han ido prohibiendo en estros meses tiene toxicidad y por eso se han prohibido’. ‘Tengo que decir que también hay buenas noticias, porque esa toxicidad, unas veces de carácter hormonal y otras tóxicos para la reproducción, casi ya no hay’, afirma.

Igualmente, se ha comprobado que el uso de este tipo de compuestos, al tener actividad hormonal, modifican los niveles de hormonas tanto tiroideas como sexuales, teniendo consecuencias, en la calidad seminal, fertilidad, problemas tiroideos, déficit de atención e hiperactividad o en algunos casos en cáncer de mama.

Proyecto INMA

Nicolás Olea hace referencia al Proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente) –una red de investigación de grupos españoles financiados por el Instituto de Salud Carlos III- cuyo objetivo es el estudio del papel de los contaminantes ambientales más importantes en el aire, agua y en la dieta durante el embarazo e inicio de la vida, y sus efectos en el crecimiento y desarrollo infantil.

El estudio sigue embarazadas de la población general desde el primer trimestre de embarazo hasta el parto y a sus hijos, desde el nacimiento hasta la adolescencia. En total, 3.6000 niños los estudiado durante los últimos 20 años, correspondientes a población de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell, Menorca, Valencia y Granada.

Cada dos años, los investigadores reciben pelo y orina de los participantes, y realizan análisis de sangre, donde miden la presencia de pesticidas. ‘Lo que nos extraña mucho es la alta frecuencia de pesticidas que hay en la orina de personas jóvenes’ lamenta. Revela igualmente, que se observa la presencia de organofosforados, piretroides y carbonatos en la orina, alcanzando entre un 60-80 % de cantidad. Un porcentaje muy elevado de personas que está expuesta a compuestos químicos que no proceden del mundo laboral sino de los alimentos, afirma.

Olea denuncia la postura de las instituciones responsables europeas que no consideran relevante el efecto combinado de múltiples compuestos y alegan que las cantidades de exposición a estas sustancias son bajos. ‘El sistema es una pantomima. Lo único que quieren es transmitir una falsa sensación de seguridad. Los límites los límites los tienen que establecer en función de cuántos componentes hay en un plato de comida, porque 20 niveles bajos hacen un nivel alto’ insiste.

Fuente. EP