Las mujeres españolas se abren paso en profesiones vinculadas a la pesca, la acuicultura o la investigación marina, y en los últimos años han aumentado su visibilidad en un mundo tradicionalmente masculino.
Una científica coordinadora de proyectos internacionales, una empresaria, una marinera o una pescadera veterinaria aseguran que es posible superar los techos de cristal, aunque aún queda camino para cerrar la brecha entre hombres y mujeres.
“El sector pesquero va en la buena dirección para conseguir la igualdad de género”, según un informe de la Plataforma Tecnológica de la Pesca y de la Acuicultura.
Las mujeres representan en torno al 20 % de los trabajadores de la pesca y de la acuicultura en España; en la industria, un 65 %, y en el comercio minorista ronda la mitad del empleo.
A bordo de un pesquero en aguas argentinas
Lidia González pesca en un barco de bajura de Cangas, con base en Vigo. Estudió la carrera de Marina Mercante y el módulo de capitán. Participó en el proyecto Fundamar, que promueve la incorporación de mujeres a la pesca, donde estuvo enrolada dos campañas en un buque en aguas frente a Argentina y con puerto en Montevideo.
Cuando subió a bordo como oficial de puente (segunda o tercera después del capitán) frente a una tripulación hispano-peruana de 40 hombres encontró extrañeza, pero después encajó y comprobó las cualidades de una marinera.
Como anécdota, cuenta su labor de “de psicóloga” cuando los marineros subían al puente a llamar a sus familias.
Asegura que cuando buscó trabajo sí encontró reticencias a embarcarla, pero una vez a bordo la convivencia es la normal de cualquier ambiente laboral; también ha estado en un buque-hospital por el Gran Sol y el Cantábrico.
Con 34 años, ha comprobado la necesidad que hay en la flota pesquera de relevo generacional, pero dice que el problema para que los jóvenes se incorporen es la reticencia de embarcar a hombres o mujeres en prácticas, y así “no se consiguen las horas en el mar” para tener los diplomas.
Pionera en investigación mundial sobre la acuicultura
Marisol Izquierdo es catedrática de acuicultura en Las Palmas. Con doctorado en Tokio (Japón), fue la primera mujer del mundo y la primera persona con ciudadanía española con el reconocimiento de miembro honorario vitalicio de la Sociedad Mundial de Acuicultura.
En 1997, fue la primera integrante femenina del Comité internacional sobre nutrición de peces, que presidiría en 2014. Coordinadora de un proyecto con empresarios de todo el Mediterráneo, muestra su sorpresa por la falta de reconocimiento de las mujeres, pese a su fuerte presencia en esta actividad productiva en todo el mundo.
“La mujer siempre ha estado ligada a la acuicultura rural y tradicional, y al trabajo duro, como las mariscadoras en Galicia o en la cría de ostras en Corea o Japón“, añade. Pero es muy reciente que sean propietarias de la empresa o de la cooperativa.
En la actualidad, indica que las mujeres están llegando a la cúspide de grandes empresas, si bien es general el problema para conciliar; en este punto, cuenta que en Filipinas hubo una iniciativa para promover la compra de lavadoras, para facilitar el emprendimiento femenino.
Subraya la capacidad organizativa de las mujeres y defiende que en España hay buenas científicas, con cargos en Escocia o Noruega, “aunque qué casualidad que a la hora de escribir libros o proyectos relevantes sean los hombres los reconocidos”.
“Nos queda por avanzar. No quiero ser la cuota femenina. Quiero que se reconozca mi labor y la de mis compañeras”, subraya.
Veterinaria y pescadera
María José González Villaverde es veterinaria y propietaria de una pescadería, un negocio familiar en el que ayudó desde niña a su padre, y al igual que muchos leoneses, abrió negocio en Madrid.
Defiende que llegar a ser un buen o buena profesional no consiste solo en despachar pescado, sino que es necesario ser experto en biología, cocina y trato al público.
María José es además vicepresidenta de Adepesca (Madrid) y su jornada laboral comienza de madrugada en el mercado central de abastecimiento de Madrid (Mercamadrid) donde, según recuerda, cuando empezó a los 18 años (ahora tiene 54) solo había 6 chicas.
“Si eres pescadera de verdad es un horario incompatible con una vida familiar normal”, asegura González. A pesar de ello cree que ser tu propia jefa tiene sus ventajas, aunque “tienes que evolucionar al mismo tiempo que la gente”, en referencia al avance de la venta por Internet y WhatsApp durante el confinamiento.
Al fin y al cabo, señala, “trabajar delante de un ordenador” tampoco deja conciliar a muchos.
Emprendedoras en Galicia
La empresa La Patrona, ubicada en la Ría de Arosa (Pontevedra), fue fundada por Cristina García, está integrada por mujeres y se dedica a la recolección de algas.
Cristina, que ha trabajado como comercial acuícola en países asiáticos de religión musulmana, defiende la normalidad de su trabajo en Galicia, donde abundan las mariscadoras y patronas mayores, aunque señala, que alguna vez sus clientes le han preguntado “¿y el jefe?”.
Indica que “hay una nueva generación de mujeres” y que solo hace falta autoestima y que se les escuche.
Fuente. EFEAGRO