Mujeres que custodian y protegen el campo

Aún son minoría, pero en la custodia del campo ya participan mujeres de muy diversos perfiles que pertenecen al Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), a los Agentes Forestales o a los guardas rurales, de los que forman parte la cabo Mari Paz Álvarez, María Pilar G. Bonaforte y Patricia Muro.

Una de ellas trabaja, con su moto, en la unidad del Seprona, otra es guarda forestal y otra, guarda rural que apoya a los cuerpos de seguridad públicos para la protección del campo, su fauna y flora.

Los guardas rurales son «auxiliares de la autoridad”, siempre intentamos «colaborar y trabajar en equipo junto al Seprona», explica la guarda rural Patricia Muro a Efeagro.

Y es que, a la hora de cuidar el campo, entre las distintas unidades suelen ir todas a una para «facilitar la detección de irregularidades o anomalías».

Una especialidad para cuidar el campo

La cabo Mari Paz Álvarez, que además es una de las cinco mujeres que tiene la especialidad de motorista en el Seprona de la Guardia Civil, entiende su trabajo como una manera de dejar «su granito de arena» al medio ambiente.

«Ayudas y la naturaleza te ayuda a salvar al mundo», resume esta profesional que comenzó en la Guardia Civil hace una treintena de años y forma parte de la quinta promoción de mujeres del Cuerpo.

Ahora, Álvarez es la jefa de su unidad, pero insiste en que debería haber más mujeres en esta especialidad; de hecho, pidió «no hace mucho tiempo» que desde las academias de la Guardia Civil se incentivara el Seprona entre las guardias jóvenes.

Los bosques, nuestros pulmones

Los agentes forestales, como María Pilar G. Bonafonte, vigilan que la naturaleza no se destruya; así lleva ella 32 años «al servicio de la ciudadanía y el medio ambiente», describe.

Todavía no es tan común que las mujeres ocupen altos cargos pero ella forma parte de la excepción pues, desde enero, es Jefa de la Comarca en Benavides de Órbigo (León).

Asegura que la de agente forestal es una profesión «vocacional» porque todos los días, aunque no esté trabajando, ejerce de algún modo, una realidad que achaca a la «deformación profesional».

Después de toda una vida trabajando sola, entre hombres, hace un mes ha llegado una nueva compañera, en todo este tiempo, ha tratado de ser uno más para no ser diferente y no «una» -en femenino- más».

Y de cara al futuro, se muestra «convencida» de que con algo más de publicidad, habría muchas más mujeres con «pasión por la naturaleza» en su profesión.

Trabajando en equipo

En el campo también hay cuerpos de seguridad privada; entre ellos, en la provincia de Soria, ejerce Patricia Muro, una guarda rural que heredó de su padre la pasión por su trabajo. Recuerda que ayudaba a su padre mientras ella estudiaba ingeniería forestal, en una trayectoria siempre muy vinculada al mundo rural.

A los guardas rurales los contratan «mayoritariamente», las sociedades de cazadores para proteger el campo, afirma Muro, quien obtuvo su titulación como guarda rural en 2014.

Siempre le ha gustado el mundo cinegético, desde que salía a cazar con su padre, y gracias a esto y a su trabajo advirtió de que los censos de animales de caza no son «tan exactos» como deberían.

Por eso, está desarrollando junto a la Fundación Artemisan una aplicación llamada CensData para actualizar todos estos datos.

Cada una en su especialidad, todas son ejemplos de cómo las mujeres se van sumando a la custodia del campo, incentivando a otras mujeres para que se decidan a formar parte de los grupos que protegen a la naturaleza y de los cuerpos de seguridad para salvaguardar un bien común.

Fuente EFEAGRO